La esencia es un viejo amigo ya olvidado,

una flor cuya fragancia sutil nos conduce al frondoso jardín,

una intuición que nos guía en este caótico mundo,

una luz que con tímidos destellos nos acompaña en la oscuridad,

una voz tenue, un imperceptible susurro en horas cansadas.

La esencia es eterna, delicada y fuerte al mismo tiempo.

La esencia es lo que buscas, lo que busco, la que nos busca,

jugamos al escondite con ella.

Cuánto misterio en su ausencia,

inspiración en su presencia.

Que bella es toda ella, ¡La esencia!

La terapia transpersonal nos acompaña en un viaje a través de nuestra historia personal hacia la esencia que somos, de la que habitualmente vivimos muy desconectados.

A medida que avanzamos en ese recorrido terapéutico cada vez nos comprendemos mejor, conquistamos aspectos sombríos de nuestra psique y, poco a poco, vamos descubriendo la esencia que habita en nuestro interior, eso que somos y que vive cubierto por capas y capas de ego protector.

Cada vez más, vamos ampliando la mirada desde la conciencia individual, a la conciencia familiar y colectiva, y nos damos cuenta de que todo forma parte de nosotros, de que formamos parte de un todo. Vamos reconociendo que no estamos solos, estamos conectados a todos y a todo.

Aceptamos, aprendemos a abrazar eso que encontramos a nuestro paso, agradeciendo, honrando y soltando. Así, poco a poco, con la mirada amplia y el cuerpo siempre presente, asumimos el traje que nos ha tocado llevar puesto y nos vamos acercando cada vez más ligeros a lo que somos en esencia.

La terapia transpersonal nos acompaña, a través de un sendero honesto y profundo, hacia el descubrimiento de lo superficial para llegar a la bella y eterna esencia que somos.

María Hortelano, Terapeuta Transpersonal y socia de la aeTT

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